Y entre tanto a lo lejos ya se ve esa cascada. Suficiente para olvidar los males profundos internos. Lleva la palabra devorar en los labios, y muestra el reto mas grande que cualquier corazón de un barranquista pueda sentir. Y los que aplaudimos o gritamos en el barranco, elevamos los ojos para ver el horizonte, por donde se acerca. Otra vez un atracón de champan y caviar, o el mejor Ibérico o el mejor queso Brie.
Esta semana es el mejor manjar para retrogrusto amargo mio, que cuando me vuelvo humano, bajo a las guerras mediáticas y me noto en el rostro la soledad. Descenderlo todo, y todo se difuminara, al menos hasta que yo suelte pedruscos por la boca, si lo hago. Pero el barranquismo da codazos a los enredos. Y un barranco en el pirineo en temporada de lluvias, no es una batalla, es la guerra en si misma que se sucede a si misma.
El barranquismo es un pulso profundo. Sale siempre por las manos a los ojos, salva los momentos sin orden. Y de todo se apodera. Incluso de de este estrés absurdo que produzco yo en el corazón de mis compañeros y amigos, para sacar quizá lo mas productivo de sus cuerpos. Pero no es necesario. Tener enfrente a un barranco es tener otra vez a la historia al alcance de la mano. Otra vez parar el mundo, tocar los palacios del cielo o las cenizas del infierno.
Yo no podre subir, que quede en las coplas. Pero Pelacanyons llega con un aliento lleno de virus, o como un jarabe que cura la pulmonía primaveral. Y entonces el tiempo se olvida del presente porque quiere mirar al futuro, ya que descender en época de lluvias comienza el mismo día que se conoce, y se desciende en cada gesto o pensamiento que se realiza.
Haya paz, que llega el barranquismo con música verde. Con su olor a bruma diurna y luces como espejos. Es lo único que queda después cuando el rió de palabras se pierden por las cascadas de los barrancos.
Buenos descensos a todos los barranquistas con ansias de gloria...........y por supuesto a Pelacanyons y a todo aquel que ame la montaña.
Feliz Semana Santa.
Feliz Semana Santa.