En mi estancia en Italia, hace ya 5 años en la concentración en Val Bognanco, en uno de los barrancos, vi a un chaval . Ya se, esto no interesa a nadie, por supuesto, pero quizá lo que siga de que pensar. A mi me ocurrió, . Un chaval de otro grupo estaba montando su cuerda con la paciencia del que sabe que el tiempo no se acaba, no tenia nada mas que lo necesario para descender uno de los grandes barrancos de la zona, el cual me recordaba a Jesús (Maritron). Cuando termino y el resto de sus compañeros bajaron, instalamos la nuestra y, tras asimilar lo chocante que eran sus necesidades respecto a las de nuestro grupo, me olvide de el. Al terminar el barranco, le vi tirado encima de su toalla tomando el sol, en un prado cercano donde el resto de sus compañeros y nosotros estábamos. Esperando nada o quizás sin saber a donde ir mas tarde. Dejaba la vida pasar, sin importarle cuando recoger su material sin importarle en que estado estaba, dejando pasar el tiempo.
Seguramente su catalogo de preocupaciones no aparecía el ir corriendo a recoger su material o ir deprisa no sea que el barranco se vaya de allí y toque correr. Verle allí invitaba a pensar en la diferencia entre los problemas reales, lo que de vez en cuando abordamos innecesariamente y los artificiales, los que muchas veces dan contenido a los que necesitamos estar hay arriba.
Mientras debatíamos sobre donde ir antes de que el sol se oculte, se pasaban por alto cosas realmente trascendentes que atentan contra el deporte y sus valores, contra la convivencia y la educación, contra todo esos que algunas veces se nos llena la boca. Deberíamos pensar en la gente real, en las preocupaciones del chico que estaba tirado encima de la toalla.
En fin, así que hagamos espacio para las cosas buenas.
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