El azul del mar destella una calma deseada, la que ha de llegar despues del duro verano cuando se han dejado todas las fuerzas en los barrancos y la vuelta a la rutina deja ansias de vover pronto a la guerra, y la victoria produce un fuego que no quiere apagarse. Por eso en el barranquismo los veranos no son puentes de ausencia, sino prologos, preludios de ese futuro en el que volvera el dilema de siempre: como convertir la ausencia en una costumbre. Para unos el barranco es el ùnico oxigeno que calma los pulmones. Aqui solo existe un lugar posible en lo mas alto, y si desde ahì no se mira el territorio entra la desgana, una dejadez extraña, no la petulancia o la sobervia, por que en ellas no hay grandeza.
En fin, esto es la que hay, los numeros de estos años lo dicen todo, otros sentirian el fracaso yo no.
En fin, esto es la que hay, los numeros de estos años lo dicen todo, otros sentirian el fracaso yo no.
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