Realizacion del estudio INFORME PRELIMINAR DEL ANÁLISIS DEL VIAL de forma detallada junto al Dr. José Luis Sevillano.
El documento con la FIRMA DIGITAL de la UNIVERSIDAD PÚBLICA DE ALMERÍA, lo pueden descargar en
Realizacion del estudio INFORME PRELIMINAR DEL ANÁLISIS DEL VIAL de forma detallada junto al Dr. José Luis Sevillano.
El documento con la FIRMA DIGITAL de la UNIVERSIDAD PÚBLICA DE ALMERÍA, lo pueden descargar en
In program No. 63, La Quinta Columna (biostatistician Ricardo Delgado and Dr. José Luis Sevillano) shared some of the many photographs of the analyses that the team of researchers with whom they work have obtained after subjecting the substance to different techniques to determine each of its components.
As promised, they have delivered; the results are mind-blowing. Their theories about the presence of graphene oxide in the vials have been confirmed: there is definitely graphene oxide in the vials. All the suspicions they had about it have been allayed.
This program has been, perhaps, the most important to date due to the amount of information and evidence presented.
During the transmission, Ricardo Delgado clarified the following: "First of all, we are not saying that we are anti-vaccine. The problem is that this is not a vaccine, this is a dose of graphene to a person."
As always, Orwell City has selected the key moments of the program along with the explanations given by La Quinta Columna.
Keep reading by clicking the link. ORWELL.CITY
El gobierno ordenó la vacunación
obligatoria "para protegernos", pero eso fue el comienzo de nuestra
pesadilla. La enfermedad fue una total invención del gobierno, y la vacuna en
realidad era un ciber virus. El virus de la vacuna alteraba nuestras células convirtiéndolas
en bio-metal y nos transformaba en máquinas. La vacuna estaba en su fase
experimental y nunca había sido probada. El virus de la vacuna progresaba por
todo el cuerpo hasta que finalmente llegaba al cerebro, momento en que nos
convertíamos en androides controlados.
¿Casualidad con lo que ahora estamos viviendo ?
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Remember the nurse from Ohio who tried to prove magnetism to a legislative committee? Yes, that nurse that TV shows around the world have laughed about. Well, it could be that this magnetism has moved to another area of the body, since it should not be forgotten that these mysterious nanoparticles contained in the vaccination vials become magnetic with hydrogen (in contact with biomolecules in the body) and tend to move towards the cerebral neurocortex. This is one possibility, but it is also probable that the nurse was not very exposed to electromagnetic frequencies at the time she wanted to demonstrate the phenomenon and that is why the magnet did not stick to her.
This is another hypothesis raised by La Quinta Columna in program nº55, where Dr. José Luis Sevillano explains why the magnetism in people's bodies varies during the day or place where they are.
"Another very interesting detail is that we have noticed because people tell us, is that their magnetism or pseudo-magnetism varies. It varies from one moment of the day to the next: "That I come from work and here it doesn't do it to me, work does it to me."
Do you know what that means? Probably, that this pseudo-magnetism linked or not to graphene or other molecules out there —strange or exotic as we are going to call them— depends on the wave coming from outside. That is, if you are in the wrong place, you become magnetic. It's as simple as that. And you always carry that on you, but only when it reaches you with a certain intensity of frequencies or whatever, it activates. And as it activates you become magnetic."
—Orwellito.
A lo largo de toda la historia y a lo ancho de todo el planeta siempre han existido enormes desigualdades. Desde la antigua Mesopotamia hasta las actuales sociedades de consumo de los lugares que conocemos con el escalofriante nombre de primer mundo.
Debido a estas desigualdades, y también a la codicia inherente a nuestra condición de humanos, ha habido siempre mucha gente que se ha buscado la vida en la detestable, a la vez que fascinante, cultura del engaño. Bien para sobrevivir como se podía o bien para ganar mucho por la vía fácil, el engaño ha estado siempre presente en nuestra historia.
Ante este panorama, hay una serie de grupos de personas que siempre han salido directa y especialmente perjudicados. Importantes sectores de la sociedad. Me refiero a aquellos que no han sido aleccionados jamás para evitar las tretas. Los que han crecido en un ambiente donde la máxima era el respeto y la responsabilidad. Los de buena fe. Los que han vivido sin haber germinado la semilla de la maldad, y que piensan que todo el mundo es tan bueno como ellos. Incluso los que van de listos pero en el fondo son tan maleables como un trozo de barro fresco. Me refiero a los crédulos.
Hoy en día, teniendo en cuenta la gran evolución que ha vivido la especie humana, no deja de resultar sorprendente que los crédulos, esas personas que dan por ciertas muchas cosas sin someterlas a un estricto juicio interno, sigan siendo legión. Es más, resulta llamativo que en la actualidad, las personas nos advirtamos unas a otras de no caer en engaños mientras, por otro lado, estamos siendo víctimas de otro engaño que no alcanzamos a divisar.
En realidad, los seres humanos somos una mezcla de credulidad y escepticismo, donde lo relevante son las proporciones de ambos, que varían peligrosamente de unas personas a otras.
Muchas personas se consideran escépticas porque toman unas precauciones mínimas ante temas de cuestionable gravedad, para después picar el anzuelo de un engaño mucho más grave y flagrante. Hay, por ejemplo, quien al sacar un extracto bancario rompe en millones de trozos el papelito y desperdiga esos trozos por distintos lugares por si algún pirata informático le roba todo su dinero. Estas personas, después pueden no tener reparos en entregar su voto al más corrupto y sinvergüenza de los políticos “porque se le ve un buen hombre” y, por supuesto, es de su partido, de toda la vida.
La credulidad es un brote que crece fuerte y vigoroso en el caldo de cultivo de la ignorancia, de la falta de educación, del mínimo esfuerzo por pensar. En la actualidad, los campos están perfectamente abonados para la siembra y recogida de crédulos de forma periódica, constante e intensiva.
Para los que viven del engaño, no importa quienes sean los crédulos. Da igual si es un anciano que ha vivido toda su vida en el pueblo y que toma como dogma de fe todo lo que sale por la televisión, por la radio o por la Iglesia. Da igual si es un niño que vive preocupado por seguir la moda del momento y no llegar tarde a la moda siguiente, para poder así ser aceptado en el cruel mundo de la infancia. Da igual si es un adolescente al que le preocupan más los rizos de David Bisbal o las tetas de Hannah Montana que su propia vida. Da igual si es una persona que no ha conocido más mundo que su ciudad ni más gente que su familia y cuatro amigos, donde se fomenta un micromundo de pensamiento unidireccional. Da igual, incluso, si se trata de un discapacitado mental. De hecho, éstos últimos son una auténtica mina de oro para los trileros 2.0 de nuestra actual sociedad.
El engaño genera más poder y más dinero que cualquier otra actividad legal y éticamente responsable. En la mayoría de ocasiones, por omisión o por temeridad, los crédulos tienen gran culpa de ello. Un día, cuando iba al instituto y no me había salido de los cojones hacer un trabajo que debía entregar, puse cara de niño bueno sorprendido y le dije a la profesora que no sabía que el trabajo se entregaba ese día. La respuesta de la profesora, con una sórdida sonrisa, fue “el desconocimiento de la Ley no exime de la responsabilidad de incumplirla”. Todos deberíamos aplicar esta frase en nuestra vida. Viviríamos mejor nosotros, los que nos rodean y los de más allá, porque hay demasiada gente que se escuda en la ignorancia fingida para sacar provecho y que otros paguen por él. Para engañar.
Sin embargo, no todo el mundo se cree lo primero que le cuentan, o pone pocas barreras para creérselo. Ante la credulidad de los crédulos, existe la desconfianza del “si no lo veo, no lo creo”. Para llegar al origen de esta frase, que es dogma de fe de los incrédulos (aunque resulte paradójico), nos tenemos que remontar a la época de los hechos “reales” en los que se basa la Biblia.
Según ésta, cuando Jesús resucitó, hubo uno de sus apóstoles que no las tenía todas consigo. Tomás el Apóstol, hoy conocido como Santo Tomás, rechazaba que alguien hubiera podido volver del mundo de los muertos, aunque fuera su admirado líder. Se negó a admitir su resurrección diciendo: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, meto mi dedo en el lugar de los clavos y meto mi mano en su costado, no creeré”. Cuenta el citado libro que, ocho días después, Tomás toca las heridas de su maestro con sus propias manos y entonces cree. Lejos de comprender la duda de Tomás, Jesús le recrimina haber necesitado ver para creer. Realmente curioso.
Pero ya hubo quien, mucho antes que existiera Santo Tomás, teorizó sobre la incredulidad, más allá incluso de las pruebas físicas que nuestros sentidos pudieran percibir. De una forma más profunda y agresiva.
Parménides fue un filósofo griego que nació quinientos años antes de que Tomás el Apóstol no lo creyera si no lo veía. Aunque el racionalismo como tal no se fundara hasta más de dos mil años después, siendo Descartes su máximo estandarte, se podría decir que la filosofía de Parménides era una filosofía fundamentalmente racionalista. Esto quiere decir que priorizaba la importancia de la razón para adquirir conocimiento, por encima del empirismo, que considera más importantes las percepciones de los sentidos.
Por tanto, Parménides creía que los sentidos nos engañaban, nos ofrecían una imagen errónea del mundo, tal y como la ciencia está demostrando en los últimos tiempos. Él pensaba que el máximo grado de conocimiento se podía adquirir mediante la razón, y la percepción de los sentidos debía ser ignorada si no se correspondía con lo que nuestra razón nos dictaba como verdadero.
Si Santo Tomás decía “Si no lo veo, no lo creo”, Parménides no lo creía ni siquiera cuando lo veía. Consideraba que, como filósofo, era su obligación denunciar todas las “ilusiones” que nos provoca nuestro propio cuerpo. Ilusiones que se producen dentro de nuestro cerebro para darnos unas respuestas lógicas que podamos asimilar, lo que no implica que dichas respuestas sean “la verdad”.
Resulta interesante, curioso y tal vez incluso triste ver cómo después de todas las personas que nos han dejado un impresionante legado del que poder aprender y enriquecernos, hoy en día lo que la mayoría de gente se cree es lo que ve en los medios de comunicación. Después de toda la evolución cultural que ha tenido el ser humano, parece que con el tiempo las creencias se someten cada vez menos al dictado de la razón, por parte de la mayoría de la sociedad. Debería ser exactamente al revés.
Parece que los crédulos, como ejército de peones al servicio de los que les engañan, borran cada vez más la huella de todo aquel que nos dijo en el pasado que lo que debíamos hacer para crecer era, simplemente, pensar.
Pero en realidad no es así, porque siempre han existido y siempre existirán los que buscan el conocimiento mediante el pensamiento y no mediante la aceptación sin reservas de la opinión ajena, por el mero hecho de que esa opinión provenga de alguien socialmente importante.
De hecho, veo que cada vez somos más los que hemos elegido pensar y que no piensen por nosotros…
Porque es mejor pensar. ¿O no?
Jaime Ruiz del Castillo es un sacerdote español
Enviado a Moyabamba, Perú por el que fuera cardenal arzobispo de Toledo,
Antonio Cañizares. La prelatura depende de la archidiocesis de Toledo, España
por haber sido encomendada por la Santa Sede.
Este sacerdote proveniente de la Archidiócesis de Toledo y
afincado desde hace ya varios años en la región selvática de Perú ha anunciado
que va a buscar todas
las vías posibles para saltarse las restricciones legales
en torno a la pandemia, aunque ello suponga “cárcel y multas”.
No obstante la iglesia española se ha desentendido de sus
actividades allí, como director de la parroquia de Santiago en Moyambamba.
Santa Hildegarda de Bingen monja
alemana del siglo XII y nombrada por Benedicto XVI Doctora la Iglesia, a la que
la Luz viva del Espíritu Santo le dictaba todo lo referente a la vida y sus
misterios, así como el cuidado de la salud, escribió que no era bueno beber
agua, sino que debía estar mezclada con vino, o bien cerveza sola. Médicos
alemanes contemporáneos han estudiado los remedios que describe comprobando su
eficacia. (Al contrario de la medicina actual que nos dice que hay que beber
mucha agua.) En su época no había nicotina, (pero los enfermos psiquiátricos, y
esto es para estudio ante la amenaza de enfermedades psiquiátricas al encendido
de las antenas con las que os advierten), están obsesionados con el café, el
alcohol y la nicotina. Es decir también con la cafeína, que puede neutralizar
las drogas que les inyectan además de la nicotina y el alcohol. La moderna
psiquiatría es una ciencia absolutamente nazi, como las élites que gobiernan,
con sus métodos heredados de los nazis llevados a EEUU en la operación
Paperclip y las drogas cerebrales serán para un estudio aparte.
La mieloperoxidasa que se encuentra en en etanol y en la nicotina
degrada el Grafeno. Recordamos cómo se decía que entre los fumadores no había
incidencia del SarsCov2. Atando cabos y demostrando todo con artículos científicos.
Van a por el cerebro humano. Estamos haciendo realismo fantástico, porque
estamos en una realidad distópica.
" No amábamos la libertad lo suficiente. Y aun
mas: no teníamos conciencia de la situación real. Nos gastamos en un arrebato
desenfrenado en 1917, y luego nos apresuramos a someternos. Nos sometimos con
gusto".
Aleksandr Solzhenitsyn, El Arhcipielago
Gulag