Cuando era niño me era imposible imaginarme a mí mismo como soy hoy. Estoy a medio camino. Alejado ya de aquel niño que saltaba en los charcos de un descampado y demasiado lejos todavía del abuelo que seré algún día y al que hoy soy incapaz de comprender. Tengo una inquietante sensación de estar en medio, de estar molestando con mi obsesivo sentimiento de responsabilidad.
El hijo que quiero tener es una reflexión sobre la educación y el papel del padres, de los abuelos, de los maestros y de los hijos en el proceso de aprendizaje. De su importancia y del valor, la dificultad y el esfuerzo que requiere educar.
Una propuesta no exenta de autocrítica, de humor, ternura e ironía, que habla sobre los vínculos emocionales con los hijos y con los padres. Sobre cómo proyectamos en los otros nuestros miedos, nuestras carencias o nuestras expectativas. Del esfuerzo que tenemos que hacer para comprender a los hijos y también de la dificultad para comprender a las generaciones pasadas.
Con tres generaciones en escena, El hijo que quiero tener es un tributo de padres a hijos y de hijos a padres a pesar de los reproches. Presente, pasado y futuro se encuentran en escena para contarnos historias que hablan, en definitiva, de la vida, de cómo queremos a nuestros hijos y a nuestros padres y de cómo nos cuesta, a veces, comunicarnos.
¿Qué hijo quería tener mi padre?
¿Qué hijo querría tener yo?
¿Qué abuelo querría que fuera yo para su hijo?
¿Qué padre hubiera querido tener mi hijo?
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