La nostalgia el destino o el azar también existe, se incrusta entre nosotros y consigue que experiencias pasadas vayan de visita a las estrellas, o cuencos de raíces en el agua se eleven y rompan el viaje en un salto.
Cualquiera sabe lo que pasa por nuestro cerebro, al cabo humano, y por tanto predispuesto al engaño. Y si miro hacia atrás encuentro muchos instantes en los que los hados nos dieron la espalda. Hubo un tiempo en el que el destino nos convirtió en especialistas en merecimientos ahogados.
Hubo muchos salidas de angustia , así que ahora no hay que fustigarse porque, como dijo un amigo, nadie sabe que hubiera pasado si el destino no nos hubiera ayudado.
En fin, por cambiar un poco y a la vuelta de la esquina poco a poco vuelvo, sin antes dejar de recordar tiempos pasados, nunca se sabe.