LA SOLEDAD DEL BUEN BARRANQUISTA

Durante toda mi vida he llegado a conocer a diferentes compañeros y amigos 

de diferentes deportes de montaña, que jamas he

dejado de aprender en mi vida y de todos ellos lo hice, no solo de sus 

técnicas y habilidades, sino también como personas, de sus conocimientos

y carácter. Con algunos sigo en contacto y con otros semanalmente  y es 

interesante y pedagógico escucharles. Cada uno tiene su forma de ver las 

cosas, de expresarse y de protegerse. Si, de protegerse, porque 

la exigencia del barranco suele ser brutal y aveces despiadada, en especial

cuando las cosas se tuercen.

Normalmente, cuanto mas crece la influencia del barranquista, 
mas admiradores suele tener, pero a la vez crecen los detractores. Estos,

mientras las cosas van bien, son detractores dormidos, a la espera de 

que las cosas se tuerzan para despertar y saltar a la yugular. Por 

suerte, dejamos atrás la era Kleenex. Durante muchos años hemos practicado

el irme con uno u otro con ligereza y frivolidad. Quedar o o no quedar 

si me interesa dependiendo de cada uno. Y la figura del buen 

barranquista es el paradigma. Al estar rodeado de muchos compañeros,

la soledad del mando es tangible y aveces estresante. Especialmente

cuando son los mismos los que bajan los primeros siempre en los rapeles

complicados con mucha agua. ¿Estamos capacitados para  ayudar a un 

compañero o amigo en apuros?. ¿Bajariamos ayudarle acosta de nuestra 

propia vida?. Enseñar a los que vienen detrás y que aprendan ellos 

también a complicarse la vida es primordial. Solo hay que ver el cambio 

físico sufrido por muchos barranquistas. Por eso mi admiración

por todos ellos, en especial para aquellos que son capaces de hacer 

pedagogía y transmitir valores. Son la punta del iceberg de una sociedad

que debe cambiar o esta destinada al fracaso. 

Y, por ultimo, debo romper una lanza por los cientos de

barranquistas anónimos que sufren las inclemencias de sus entornos. 

Criticarles y arremeter contra ellos es tan fácil. Desde estas lineas, mi 

respeto y mis ánimos para un deporte que, bien ejercido, puede ser 

ejemplar.

Ademas del conocimiento de las técnicas y virtudes, el barranquista 

debe tener capacidad para manejar con habilidad las relaciones humanas

de todo el entorno que le rodea. Aquellos que convierten este entorno

hostil y agresivo en uno armónico  y afectivo sin dejar de ser competitivo,

son los que consiguen mejores resultados. Eso si, la mayoría de veces, a

costa de las lesiones o muerte del propio barranquista. 

 Siempre he tratado de emplear 

los conocimientos adquiridos en diferentes etapas de mi vida, a las 

personas o amigos que me lo han pedido. Me ha sido mas que útil, pero 

también he sentido en muchas ocasiones, como a los barranquistas le

engulle la soledad del mando. Estos momentos únicos, singulares y

 decisivos, supone un desgaste personal brutal. Del mismo modo que los

"momentos magicos" que existen en todos los momentos de nuestra 

vida. Son instantes inolvidables que guardas hasta el fin de tus días

en tu álbum de vivencias. La vida sigue.



Cuando una persona hace aquello que le gusta o apasiona, sin importar lo

que los demás piensen de el. Se llega a un estado que algunos denominan

fluir......Un estado que nadie podrá predecir como terminara. Predecir

hasta donde podemos llegar es probablemente la mejor manera de

quedarse corto. En este vídeo se demuestra que la pasión y la locura 

por lo que te gusta hace que la vida sea mas apasionante.