Cuando desciendes un barranco con grandes caudales, a muchos barranquistas les puede la presión. La presión externa que puede ejercer esa visión del agua, del ruido ensordecedor, de la caída de la noche sin haber acabado, el cansancio, etc....., es una enorme motivación que te hace crecer y luchar por los tuyos con el orgullo del que se defiende cuando ve se ve acorralado, con la rabia del animal herido.
Claro que en ocasiones ocurre al contrario. He/hemos vivido ambientes infernales en los que, en los momentos clave de un rapel, una crecida, un salto, un destrepe, etc....el agua lograba armar tal ruido tan infernal que era imposible hablar con tu compañero. Los decibelios subían a tales niveles que no oías ni tu propia voz, ni tu propio grito.
En esos momentos hacer callar a la cascada y oír hablar a tus compañeros es una sensación indescriptible, lograr ese silencio, que dura unos segundos mientras te vas apartando de la cascada es sinónimo de victoria.
A veces, el ambiente externo que crea el barrancos es de tal calibre, que desde el propio entorno, antes de comenzar el descenso y hacemos la aproximación nos animamos antes de iniciarlo. A los grandes barranquistas esto no les produce miedo, al contrario, antes de la batalla hace que te pongas en alerta, la batalla es inminente y el objetivo es salir victoriosos en un ambiente tan hostil.
Los barrancos bajo presión que vendrán nos harán crecer y aprender que el descenso depende de cada uno de nosotros, de tu actitud, de tu calidad y de tu capacidad para luchar en grupo.
Todo lo externo poco importa. El futuro esta en nuestras manos y tenemos la oportunidad de escribir una bonita historia al final del mismo. Hay que soñar en grande. Vosotros podéis hacerlo.
En fin, os dejo con un vídeo que me ha encantado. Ganas, muchas ganas de empezar a barranquear. Nuestra historia esta todavía por escribir.
FELICES DESCENSOS.