sábado, 10 de octubre de 2020

La declaración de Great Barrington - Great Barrington Declaration

 



Como epidemiólogos de enfermedades infecciosas y científicos de salud pública, nos preocupan los impactos en la salud física y mental de las políticas que predominan con respecto al COVID-19 y recomendamos un abordaje que llamamos Protección Focalizada.  

Viniendo tanto de la izquierda como la derecha, y de alrededor del mundo, hemo dedicado nuestra profesión a proteger a los demás. Las políticas de lockdown actuales están produciendo efectos devastadores en la salud publica a corto y largo plazo. Los resultados (para mencionar algunos) incluyen tasas de vacunación más bajas, empeoramiento de los resultados de enfermedades cardiovasculares, menos detecciones de cáncer y el deterioro de la salud mental—conduciendo a un mayor exceso de mortalidad en los próximos años, siendo la clase trabajadora y los miembros más jóvenes de la sociedad sobre quienes recae el peso más grande de estas medidas. Mantener a los niños fuera de las escuelas es una grave injusticia.  

Mantener estas medidas en pie hasta que haya una vacuna disponible, causará un daño irreparable en los menos privilegiados, terminando afectados de manera desproporcionada.  

Afortunadamente, nuestro conocimiento sobre el virus está creciendo. Sabemos que la vulnerabilidad a la muerte por COVID-19 es más de mil veces mayor en los ancianos y débiles que en los jóvenes. En efecto, para los niños, el COVID-19 es menos perjudicial que muchos otros peligros, incluyendo la influenza.  

A medida que se desarrolla inmunidad, el riesgo de infectarse que todos tienen—incluyendo los vulnerables—desciende. Sabemos que todas las poblaciones eventualmente alcanzarán la inmunidad de rebaño –es decir, el punto en el que la tasa de infecciones nuevas se mantiene estable— y que esto puede beneficiarse de (pero no depende de) una vacuna.  

La manera más humana de abordarlo, midiendo los riesgos y los beneficios de alcanzar la inmunidad de rebaño, es la de permitirle a aquellos que están bajo un mínimo riesgo de morir, vivir sus vidas con normalidad para alcanzar la inmunidad al virus a través de la infección natural, mientras se protege mejor a aquellos que se encuentran en mayor riesgo. Esto lo llamamos Protección Enfocada.  

Adaptar las medidas para proteger a los vulnerables debería ser el objetivo central de las acciones de salud pública dirigidas al COVID-19. Como ejemplo, los ancianatos deben emplear personal con inmunidad adquirida y realizar test PCR al personal y los visitantes con frecuencia. La rotación del personal debe limitarse. Personas jubiladas que viven en casa deben tener mercado y otros elementos esenciales enviados a sus casas. En cuanto sea posible, deben reunirse con sus familiares en lugar de adentro. Una lista exhaustiva y detallada de las medidas, incluyendo un abordaje particular para hogares multigeneracionales, puede ser implementada, además de encontrarse enmarcada en el ámbito y las capacidades de los profesionales en salud pública.  

Aquellos que no son vulnerables, inmediatamente deben reanudar la vida con normalidad. Medidas sencillas de higiene, como lavarse las manos y quedarse en casa cuando estén enfermos, deben llevarse a cabo por todos y cada uno para reducir el umbral de inmunidad de rebaño. Las escuelas y universidades deben abrir para una enseñanza en persona. Las actividades extracurriculares, como lo son los deportes, deben reanudarse. Los adultos jóvenes de bajo riesgo deben trabajar con normalidad, en lugar de hacerlo desde casa. Los restaurantes y otros negocios deben abrir. Las artes, la música deportes y otras actividades culturales deben reanudarse. La gente que se encuentra en mayor riesgo puede participar, si así lo desean, mientras la sociedad en conjunto disfruta de la protección otorgada a los vulnerables por aquellos que han desarrollado inmunidad de rebaño.   

El día 4 de octubre del año 2020, esta declaración fue escrita y firmada en Great Barrington, Estados Unidos, por:  

Dr. Martin Kulldorff, professor of medicine at Harvard University, a biostatistician, and epidemiologist with expertise in detecting and monitoring of infectious disease outbreaks and vaccine safety evaluations.

Dr. Sunetra Gupta, professor at Oxford University, an epidemiologist with expertise in immunology, vaccine development, and mathematical modeling of infectious diseases.

Dr. Jay Bhattacharya, professor at Stanford University Medical School, a physician, epidemiologist, health economist, and public health policy expert focusing on infectious diseases and vulnerable populations.


                                                                                 firmar la declaración


Translated by Juan Manuel Martínez Guerrero


The Great Barrington Declaration

The Great Barrington Declaration – As infectious disease epidemiologists and public health scientists we have grave concerns about the damaging physical and mental health impacts of the prevailing COVID-19 policies, and recommend an approach we call Focused Protection. 

Coming from both the left and right, and around the world, we have devoted our careers to protecting people. Current lockdown policies are producing devastating effects on short and long-term public health. The results (to name a few) include lower childhood vaccination rates, worsening cardiovascular disease outcomes, fewer cancer screenings and deteriorating mental health – leading to greater excess mortality in years to come, with the working class and younger members of society carrying the heaviest burden. Keeping students out of school is a grave injustice. 

Keeping these measures in place until a vaccine is available will cause irreparable damage, with the underprivileged disproportionately harmed.

Fortunately, our understanding of the virus is growing. We know that vulnerability to death from COVID-19 is more than a thousand-fold higher in the old and infirm than the young. Indeed, for children, COVID-19 is less dangerous than many other harms, including influenza. 

As immunity builds in the population, the risk of infection to all – including the vulnerable – falls. We know that all populations will eventually reach herd immunity – i.e.  the point at which the rate of new infections is stable – and that this can be assisted by (but is not dependent upon) a vaccine. Our goal should therefore be to minimize mortality and social harm until we reach herd immunity. 

The most compassionate approach that balances the risks and benefits of reaching herd immunity, is to allow those who are at minimal risk of death to live their lives normally to build up immunity to the virus through natural infection, while better protecting those who are at highest risk. We call this Focused Protection. 

Adopting measures to protect the vulnerable should be the central aim of public health responses to COVID-19. By way of example, nursing homes should use staff with acquired immunity and perform frequent PCR testing of other staff and all visitors. Staff rotation should be minimized. Retired people living at home should have groceries and other essentials delivered to their home. When possible, they should meet family members outside rather than inside. A comprehensive and detailed list of measures, including approaches to multi-generational households, can be implemented, and is well within the scope and capability of public health professionals. 

Those who are not vulnerable should immediately be allowed to resume life as normal. Simple hygiene measures, such as hand washing and staying home when sick should be practiced by everyone to reduce the herd immunity threshold. Schools and universities should be open for in-person teaching. Extracurricular activities, such as sports, should be resumed. Young low-risk adults should work normally, rather than from home. Restaurants and other businesses should open. Arts, music, sport and other cultural activities should resume. People who are more at risk may participate if they wish, while society as a whole enjoys the protection conferred upon the vulnerable by those who have built up herd immunity.

On October 4, 2020, this declaration was authored and signed in Great Barrington, United States, by:

Dr. Martin Kulldorff, professor of medicine at Harvard University, a biostatistician, and epidemiologist with expertise in detecting and monitoring of infectious disease outbreaks and vaccine safety evaluations.

Dr. Sunetra Gupta, professor at Oxford University, an epidemiologist with expertise in immunology, vaccine development, and mathematical modeling of infectious diseases.

Dr. Jay Bhattacharya, professor at Stanford University Medical School, a physician, epidemiologist, health economist, and public health policy expert focusing on infectious diseases and vulnerable populations.

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