Mi abuelo decía que hablar de la navidad era decir solidaridad, bondad e ilusión. Percibíamos algo grande grande que nos despertaba hermosos sentimientos. Y también era decir FAMILIA, era constatar virtudes por todos ensalzadas, un modelo de vida que desterraba nuestra habitual batalla cainita durante el resto del año. Nuestra ansia de concordia imperaban por doquier. Las semanas de navidad eran maravillosas y aunque nada era eterno, porque nada permanece y los demás aprendemos con los años. Pero estos últimos años fue como un cubo de agua helada. Descubrimos nada mas y nada menos que eramos mortales, nos encerraron en casa, un test te decía si podías salir de casa o encerrarte en ella, no te dejaban abrazar a tus seres mas queridos, por un bicho volador que no se veía, malos días, desgastes lógicos, por que el tiempo a nadie perdona, dejamos de celebrar la NAVIDAD. Y entonces la traca cotidiana se convirtió en oscuridad.
En fin, lo que hemos sido, es algo difícil de repetir. Pero no imposible. La gente olvida con facilidad, no han aprendido, aun poseemos una sustancia hermosa, por eso la familia se reúne en Navidad.
TU FORTUNA ES LA FAMILIA Y SU MAYOR TESORO ERES TU.
El tiempo no tiene principio ni fin, el mar es inmenso, el cielo llega mas lejos que los ojos y las palabras dejan algo sin decir cuando quieren apresar lo inapresable. Si todo esto es cierto y amas a tu FAMILIA, como narices se puede definir a mi mujer . Ya se han dicho todas las palabras y se han contado todas las historias. Se han hecho todas las comparaciones posibles, y siempre quedaran adjetivos por escribir para definirla.
Quien tuviera una musa de fuego para hablar con acierto de ella. Quien poseyera la magia narrativa de Cervantes, la epopeya guerrera de Homero o la riqueza lingüística de Shakesperare para narrar con justicia de su dialéctica. Quien fuera Beethoven para escribir una Heroica después de la batalla; o Coppola para contar su historia en un bello filme. Erase una niña enclenque que soñaba con un mundo mejor, a Raquel , como al mar, solo hay que quererla como a mis hijos Erkaitz e Hipatya sin preguntarse nada. Y lo demás es silencio.