SECRETOS Y FILTRACIONES.

"Anda despacio cuando escojas a tus amigos; pero cuando los tengas 

mantente firme y constante" 

Socrates.

Fatidicas palabras, pero nada nuevas. Lamentablemente la historia esta 

habituada a la presencia del diablo en forma de chivatazo, una forma 

como otra cualquiera de representar la debilidad humana.

Los grupos, a pesar de la mistica que los rodea, no son mas que el centro

de reunion de un grupo de amigos y compañeros. Ni todos son iguales ni las

circusntancias que los rodean coinciden, aunque el funcionamiento interno

esta subyugado a la ley de la bondad y la miseria humana, como en cualquier

otro sitio. Cuando mas responsabilidad concentra, cuantos mas lideres lo 

ocupen, mas negociado es el equilibrio, pero equilibrio al fin, sin el cual no

es posible su buen funcionamiento.

Las reglas que lo rigen pasan a mayores, veteranos, a los recien incorporados,

jovenes y nuevos. Estas pueden variar como lo hacen las filosofias de los 

grupos, pero todas ellas buscan salvarguardar la integridad del grupo. Uno

de los mayores pecados es el de la traicion, llamese chivatazo o filtracion.

El envase varia, desde burdo e interesado comentario malintencionado de 

un secreto, hasta los efectos de esa copa de mas y la ausencia del debido

comedimiento, que acaba con una confesion, siempre con la consabida 

receta de "oye , no se lo cuentes a nadie", que inicia una relacion cautiva

y sin retorno.

Para resolver diferencias nada como cerrar la puerta de casa y, cara a 

cara, cantarse las cuarenta. Una vez abierta la puerta, unanimidad, 

compañerismo y respeto. No hay camino mas directo al abismo que utilizar 

a los amigos para reividicaciones o reyertas, entre dos la solucion es 

posible, con debate popular, aunque queramos, nuestro ego y tantos a opinar

no dejaran que lleguemos a un acuerdo.

Los que filtran se equivocan, hacen daño a la credivilidad y hermetismo que 

necesita tanta presion ambiental y dudo que reporte mayor beneficio que el

del corto plazo. Por descontado, ninguno de conciencia.

Exito malintencionado, no lo niego, pero razon de peso para el recelo. En fin,

os dejo esta pequeña historia contada por Socrates que refleja claramente

 y en pocas palabras lo anterior contado.